domingo, 19 de diciembre de 2010

La guadaña

Era una tarde de invierno, fría y lluviosa, y Juan se encontraba en el sofá de su salón, pasmado delante de la televisión y con una taza de chocolate en sus manos.
Juan estaba muy aburrido en su casa, y tampoco estaban echando nada interesante e la tele, y por lo tanto estaba haciendo zapping en la tele para ver si encontraba algún programa interesante. De repente, todas las luces de su casa se apagaron, y éste se levantó para ir al contador de la luz para encenderla otra vez. Cuando se levantó, noto como si alguien le estuviera estrujando su corazón como si fuera una mandarina y no le dejara respirar. De pronto, la tele se encendió y de ella salió un esqueleto, con una guadaña en la mano, una manta negra echada por los hombros y en la otra mano sujetaba un reloj de arena. Miró fijamente a Juan y le dijo:
-Constas de dos horas de vida. Si en esas dos horas no logras hacer algo productivo, morirás.-le dijo.Juan, aterrorizado empezó a coger aire superdeprisa y notaba como su corazón latía cada vez mas rápido, del temor que sentía se desmayó. Cuando se despertó, el reloj de arena estaba encima de la mesa y solo le quedaban cinco minutos para hacer algo productivo, se sentó en el sofá para pensar que podía hacer pero no se le ocurría nada de nada, cada vez que miraba el reloj se desesperaba más y sentía como el tiempo que le quedaba se esfumaba cada vez más rápido.
Pasaron los cinco minutos y se volvieron a apagar las luces de la casa, y justo enfrente de él volvió a aparecer el tipo aquel con la guadaña en la mano, y le volvió a decir:
-No has echo nada productivo, pero también he visto como te has desmayado, por ese motivo te voy a dejar vivir hasta los setenta y nueve años.- le volvió a decir.
Al día siguiente, Juan todavía asustado, abrió los ojos y vio que se encontraba tumbado en el sofá de su casa, estaba alegre, pero a la vez confuso, porque no sabía si aquello había sido real o solo un sueño.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Un trabajo muy importante

Era una mujer de piel negra, con gafas, alta, con pelo rizado y negro, pero esta vez lo llevaba recogido. Tenia los dientes blancos y perfectos.
Elisa, como otro día cualquiera, se levantó a las siete y cuarto de la mañana para irse al trabajo. Era ingeniera informática y durante todo el día practicamente se lo pasaba rodeada de ordenadores.
Esta era la única mujer de color que trabajaba en aquella inmensa empresa, pero también destacaba en otra cosa, en que todos sus jefes siempre la elegían a ella para resolver cualquier problema de ordenadores o para hacer trabajos importantes, etc.
Pero ese día todo eso cambió, porque llegó a la empresa otra mujer más joven que ella y era de piel blanca.
A Elisa al principio no le importó mucho, porque al fin y al cabo era otra mujer más, pero al cabo de los meses sí que la fue importando porque ya no la escogían a ella para realizar esas tareas, si no a la chica nueva que ni siquiera sabía su nombre. Y como a Elisa le importaba tanto su trabajo, decidió acabar con su vida rajándose las venas con un cúter.

viernes, 29 de octubre de 2010

La casa Rara

Era un Lunes soleado,a las cuatro de la tarde, y Mario, en vez de irse en autobús, decidió irse andando.
A Mario le gustaba mucho explorar, y decidió meterse atravesando un pequeño bosque, en vez de irse por un camino normal de tierra. Se encaminó por ese bosque porque le parecieron curiosos los pétalos negros de unos matorrales que había por ese alrededor. Cuando ya estaba bastante adentrado en el bosque, escucho los gritos de un hombre,e intentó averiguar de donde procedían. Algo en el cuerpo, no sabia muy bien el qué, le decía que no se entretuviese y que siguiera su camino de vuelta casa, pero como era tan, tan, tan curioso, tiró hacia la izquierda que era de donde procedían los gritos.
Se encontró enfrente de una casa, bueno, no sabia muy bien lo que era aquella "mansión", porque estaba deformada, quiero decir, que estaban varios pisos encima de otro piso pero alternados, era de madera, se veía ya que tenia unos cuantos años, y una parte de la casa estaba quemada. Su último piso se veía como desaparecía entre las nuves, y la cosa más rara que podía creer era que con el calor que hacía, encima de unos cuantos pisos no muy altos había nieve.
Él pensó "si por fuera esta casa es rarísima, por dentro, ¿como será?".
Su cuerpo le decía que entrara, por unos minutos, pero que entrara, y en cambio su cabeza le decía que no.
Al final le pudo mas la curiosidad que la conciencia y entró. Estaba llena de polvo, había telarañas, encima de los muebles había diversidad de figuras antiguas, a los lados muchas puertas y una escalera infinita. Mario fue entrando poco a poco, mirando pero sin tocar nada por siacaso, y de pronto una puerta se abrió sola como por arte de magia, y, desde dentro sobresalía una luz intensa y blanquecina. Él fue hacia la luz que no podía dejar de mirar, era como si la cabeza no le girase o algo, y cuando entró, vio una habitación repleta de juguetes, y en una silla de madera, pintada de verde, se encontraba un señor sentado encima de ella.
Se giró, le miró fijamente y le dijo:
-No deberías aver entrado-
y Mario le contestó:
-¿Porqué?-
y el señor le respondió:
-Porque una vez que se entra ya no se sale, como me paso a mí-
y es verdad.
De repente la puerta se cerró y como dijo el señor, "Mario entró pero nunca salió".


martes, 12 de octubre de 2010

Mi primer dia de colegio

Pipo, estaba muy nervioso porque iba a empezar su primer dia de cole, bueno, eso pensaba el, ya que creia que ya era muy mayor, pues iba a un colegio con niños mas grandes que el y llevava mochila. Pipo se pensaba que iba a ser un colegio como los de los demas, entraba por la mañana, y salia por la tarde, pero no, aquello era un colegio de monjas, que qiere decir eso, que se quedaba alli toda la semana y solo salia los fines de semana.
Aquel colegio se llamaba "San Cristo del Amor", tenia un campo se futbol, un campo de baloncesto, y un patio mas pequeño para los niños de prescolar como el, con dos columpios, un tobogan, una torre de madera de color rojo y dos bancos. Antes de entrar en el colegio, hizo una fila con mas niños y niñas de su edad, al principio no se queria soltar de la mano de su madre ni hablar con mas niños, pero al cabo de unos minutos se puso a hablar con un niño que estaba a su lado  y le dijo:
-¿Como te llamas?- y le respondio -Lilo, ¿y tu?- y le contesto -Pipo- y desde ese momento se hicieron inseparables. Cuando entraron los dos por primera vez cogidos de la mano, se quedaron asombrados de lo largo y grande que era aquel pasillo, a los extremos de las paredes habia cuatro o cinco puertas de color verde. En las paredes habia murales llenos de dibujos y colores diferentes, pero lo que mas le gusto a Pipo fue que estaban dibujados los protagonistas de la serie que mas le gustaba a el.
Su clase era la segunda puerta a la derecha, y cuando entraron, antes de sentarse en sus pupitres, colgaron en unas perchas que habia con sus fotos los abrigos. De repente entro en su clase una mujer de unos treinta años, alta, pero rellenita, de piel blanca, ojos verdes y con una doca en la cabeza, se presento y les dijo a los veinticuatro alumnos que tenia que se llamaba Elisa.