Era una mujer de piel negra, con gafas, alta, con pelo rizado y negro, pero esta vez lo llevaba recogido. Tenia los dientes blancos y perfectos.
Elisa, como otro día cualquiera, se levantó a las siete y cuarto de la mañana para irse al trabajo. Era ingeniera informática y durante todo el día practicamente se lo pasaba rodeada de ordenadores.
Esta era la única mujer de color que trabajaba en aquella inmensa empresa, pero también destacaba en otra cosa, en que todos sus jefes siempre la elegían a ella para resolver cualquier problema de ordenadores o para hacer trabajos importantes, etc.
Pero ese día todo eso cambió, porque llegó a la empresa otra mujer más joven que ella y era de piel blanca.
A Elisa al principio no le importó mucho, porque al fin y al cabo era otra mujer más, pero al cabo de los meses sí que la fue importando porque ya no la escogían a ella para realizar esas tareas, si no a la chica nueva que ni siquiera sabía su nombre. Y como a Elisa le importaba tanto su trabajo, decidió acabar con su vida rajándose las venas con un cúter.
No hay comentarios:
Publicar un comentario