Estaba Lucia tumbada en su cama, era viernes, ya había llegado del instituto, y acababa de terminar de comer. Pensaba, pensaba y pensaba, pero no se le ocurría nada para hacer por la tarde.
A la hora más o menos, se despertó, se había quedado dormida. Fue al baño, se despejó un poco, y bajó las escaleras para ir al salón. El salón era muy grande, y en él se encontraba la cocina, o sea que era un salón comedor. En la cocina estaba su madre, y al verla se dirigió a ella, le dio un abrazo, y la preguntó:
-Mamá, ¿que puedo hacer esta tarde?- y su madre respondió -Pues yo me voy acercar al 'Islazul' porque tengo que hacer la compra, ¿me acompañas?- y Lucia que no tenía nada que hacer, le respondió -Vale- y se fue a tumbar al sofá.Al cuarto de hora, su madre se le acercó, y le hizo una seña con la mano, expresándola que se iba, ella apagó la tele, se puso los zapatos se fue.
Llegaron al centro comercial, y ¡qué casualidad! fue llegar y besar el santo, aparcaron nada más llegar.
Entraron, subieron las escaleras mecánicas, y a la izquierda se encontraba el Mercadona, y a la derecha había muchísima gente alrededor de un hombre. A Lucia le llamó la atención, y su madre que la conocía le dijo que fuera a ver qué pasaba, que luego entrara a buscarla dentro, y ella asintió con la cabeza, pero sin dejar de mirar aquella multitud, probablemente, ni la escuchó.
Se acercó y se quedó asombrada: un hombre estaba haciendo un abujero y a la misma vez una torre.
Pero luego lo vio mejor, un hombre de carne y hueso estaba haciendo el dibujo, solo era un Trampantojo, era que un señor hacía un dibujo pero parecía real, y la encantó, tanto que se quedó allí toda la tarde, mirando como pintaba el dibujo.
A las dos horas o así, vio una señora a lo lejos, que salia con un montón de bolsas del Mercadona, entonces recordó, ¡su madre! y fue corriendo hacia ella, se lo explicó todo, y las dos salieron del Islazul, pero Lucia, antes de salir, se giró, y echó una última mirada al dibujo.
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